V. El ángel del Señor anunció a María.
R. Y concibió por obra y gracia del Espíritu Santo
Todos: Dios te salve María...
V. He aquí la esclava del Señor
R. Hágase en mí según tu palabra
Todos: Dios te salve María...
V. Y el Verbo se hizo hombre
R. Y habitó entre nosotros
Todos: Dios te salve María...
V. Ruega por nosotros, santa Madre de Dios
R. Para que seamos dignos de alcanzar las promesas y gracia de nuestro Señor Jesucristo.
Oremos: Derrama, Padre, tu gracia en nuestros corazones que has iluminado ya con el conocimiento de la Encarnación de Jesucristo, tu Hijo, anunciada por el ángel a la Virgen; condúcenos por medio de Su pasión y de Su muerte a la gloria de la Resurrección. Por Jesucristo nuestro Señor. Amén.
Bajo tu amparo
Bajo tu amparo nos acogemos, Santa Madre de Dios, no desprecies las oraciones que te dirigimos en nuestras necesidades antes bien líbranos de todo peligro ¡oh Virgen gloriosa y bendita!
La Salve
Dios te salve, Reina y Madre de Misericordia, vida, dulzura y esperanza nuestra, Dios te salve.
A ti clamamos lo desterrados hijos de Eva. A ti suspiramos gimiendo y llorando en este valle de lágrimas.
¡Ea!, pues, Señora, abogada nuestra, vuelve a nosotros esos tus ojos misericordiosos y después de este destierro, muéstranos a Jesús, fruto bendito de tu vientre.
Oh clemente, oh piadosa, oh dulce Virgen María. Ruega por nosotros Santa Madre de Dios, para que seamos dignos de alcanzar las promesas de Nuestro Señor Jesucristo. Amén.
Bendita sea tu pureza
Bendita sea tu pureza y eternamente lo sea, pues todo un Dios se recrea en tan graciosa belleza.
A ti, celestial princesa, Virgen y Madre María, yo te ofrezco en este día alma, vida y corazón.
Mírame con compasión, no me dejes, madre mía, en la última agonía de mi muerte. Amén.
La pequeña consagración
¡Oh Señora mía, oh Madre mía!
Yo me ofrezco todo a ti, y en prueba de mi filial afecto te consagro en este día mis ojos, mis oídos, mi lengua, mi corazón: en una palabra, todo mi ser.
Ya que soy todo tuyo, oh Madre de bondad, guárdame, defiéndeme y utilízame como instrumento y posesión tuya. Amén.
Consagración a María
Querida y tierna Madre mía, María, ampárame, cuida de mi inteligencia, de mi corazón y mis sentidos para que no cometa nunca el pecado.
Santifica mis pensamientos, afectos, palabras y acciones para que pueda agradarte a ti y a tu Jesús y Dios mío y contigo llegue al Paraíso.
Jesús y María denme su santa bendición: en el nombre del Padre, y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
(P.Alberione)
Madre de la Esperanza
Tú eres la Madre de la esperanza.
Mirarte a ti, Madre es ver una solución. En la misma noche nos das la confianza para decir a Jesús: quédate con nosotros porque el día ya declina. Para ti, oh María, ya no hay noche, vives en el día eterno de la gloria, donde ya no hay sol ni luna ni templo porque tu claridad y tu templo es Jesús, tu Hijo que resucitó.
A nosotros también, haznos ver a Jesús, la Luz del mundo. Desde la mañana haznos respirar el aire fresco de la primavera eterna que es la gracia, Dios presente que nos llena y nos transforma. En todo el día haznos hablar con tu Sí en los labios y callar con el mismo Sí en lo hondo del corazón.
Haznos sentir en toda la vida en enlace absoluto que nos une a Jesús y a todos nuestros hermanos. Haznos vivir por el Reino de Dios. Junto a Él, quédate con nosotros oh Madre de la esperanza.
Oración a María
Virgen María, madre de Dios, dame un corazón de niños, puro y transparente como el agua de una fuente. Un corazón sencillo que no se goce en la amargura de las tristezas. Un corazón grande para darse y compasivo. Un corazón fiel y generoso que no olvide ningún beneficio ni guarde ningún rencor.
Dame un corazón bondadoso y humilde, que sepa amar sin esperar recompensa alguna, que se alegra de ser pospuesto por los hombres, cuando tu voluntad lo exija.
Dame un corazón grande y valiente, que no se cierre por ninguna ingratitud, ni se canse por ninguna indiferencia. Dame un corazón atormentado sólo por la gloria de Jesús, tu Hijo, herido por su amor con una herida que no sane, sino en el cielo. Amén
María de la Iglesia
Oh Dios, Tú has querido hacer de la Virgen María la figura de la Iglesia.
Ella recibió a Cristo y lo dio al mundo. Envía sobre nosotros a tu Espíritu Santo para que estemos pronto unidos en un solo cuerpo e irradiemos a Cristo en torno de los hombres que no pueden creer
Congréganos a todos en la unidad visible para que la Virgen María y todos los santos, testigos de Cristo, exultemos en ti, nuestro Salvador, ahora y siempre por los siglos de los siglos. Amén