"He de subir las montañas para buscarte, y caminar entre los árboles de los bosques para encontrarte, porque tu eres mi refugio y mi compañía oh María, a quién he de ir si solo tu me muestras el camino hacia Jesús".

Peregrinar a La Peña

Una peregrinación es un viaje espiritual a un lugar sagrado que una persona realiza con la esperanza de encontrarse con la Divinidad. Las peregrinaciones cristianas comenzaron a realizarse a lugares asociados con la vida, muerte y resurrección de Cristo, poco después de su ascensión. Esta tradición pronto se extendió a otros lugares sagrados de todo el mundo. 

La peregrinación a La Peña es una caminata piadosa para encontrarse con la Madre del Señor. El ambiente natural de la Peña, permite a los visitantes entrar en un ambiente de oración y espiritualidad. La caminata al santuario generalmente toma una media hora desde el km 17 de la vía Pasto Ipiales. Existen además otros caminos desde el km 18 y también desde la vereda el Páramo. Tres lugares centrales se pueden visitar,  el oratorio donde se venera la imagen del Inmaculado Corazón de María, La gruta de la Roca Lunar, conocido como el centro del Santuario y La Santa Cruz de la Peña desde donde se puede disfrutar una hermosa panorámica del sector. 

Adicionalmente se puede venerar el Relicario Nazaret que contiene exvotos y la reliquias de la Tierra Santa, que han sido coleccionadas y adquiridas para este Oratorio.

Quiero Visitar a la Virgen!

peregrinos@oratoriosantamaria.org

Oración del Peregrino 

Amado Jesús, tu que has querido que caminemos hasta este lugar, enséñanos a servir como María sirvió a su prima santa Isabel, que al caminar por este camino a la montaña sigamos el sendero de tu gracia y tu justicia. Que este sendero nos recuerde los caminos de tu predicación y ministerio en galilea y que estos mismos caminos sean para nosotros como el ascenso que hiciste a Jerusalén para experimentar la muerte y la gloria. Que al entrar en el recinto sagrado donde veneramos a tu madre Maria, experimentemos entrar en el hogar nazaret, en el lugar sagrado de tu santa casa. Permítenos oh Señor Jesús que de la mano de María santísima podamos elevar una plegaria de paz y de amor, y así encontramos el consuelo a nuestras dolencias, tristezas y aflicciones. Amén.

Oraciones para el camino

OREMOS 

Señor Jesús, tú que peregrinaste por primera vez a los doce años desde Nazaret hasta el Templo de Jerusalén para mostrar a los hombres que viniste a cumplir la Voluntad del Padre; bendice a estos hijos tuyos que van a peregrinar a La Peña. Sé para ellos compañero en la marcha y aliento en el cansancio para que con tu protección lleguen con espíritu renovado al término de la peregrinación y vuelvan a casa con el deseo de ser testigos de Cristo. Por Jesucristo Nuestro Señor. Amén.

Invocaciones

 - Que Jesucristo dirija vuestros pasos con su gracia y que sea vuestro compañero fiel en vuestra marcha al Oratorio. Amén. - Que la Virgen, Santa María, os proteja en esta caminata y bajo su manto podáis llegar jubilosos a visitar a la Virgen. Amén. -

Salmo para el camino 

Indícame tus caminos, Señor; enséñame tus sendas. Que en mi vida se abran caminos de paz y bien, caminos de justicia y libertad. Que en mi vida se abran sendas de esperanza, sendas de igualdad y de servicio. Encamíname fielmente, Señor. Enséñame tú que eres mi Dios y Salvador. Recuerda, Señor, que tu ternura y tu lealtad nunca se acaban; no te acuerdes de mis pecados. Acuérdate de mí con tu lealtad, por tu bondad, Señor. 

Tú eres bueno y recto, y enseñas el camino a los desorientados. Encamina a los humildes por la rectitud, enseña a los humildes su camino. Tus sendas son la lealtad y la fidelidad, para los que guardan tu alianza y tus mandatos. Porque eres bueno, perdona mi culpa. Cuando te soy fiel, Señor, tú me enseñas un camino cierto. Con mis ojos puestos en tí, que me libras de mis amarras y ataduras. Vuélvete hacia mí y ten piedad, pues estoy solo y afligido. Ensancha mi corazón encogido y sácame de mis angustias. Mira mis trabajos y mis penas, y perdona todos mis pecados. Señor, guarda mi vida y líbrame de mí mismo. Señor, que salga de mi concha y vaya hacia ti, y que no quede defraudado de haberme confiado a ti. Indícame tus caminos, Señor, tú que eres el Camino. Hazme andar por el sendero de la verdad, tú que eres la Verdad del hombre. Despierta en mí el manantial de la vida, tú que eres la Vida de cuanto existe. 

Salmo durante el camino 

Señor Jesús, eres luz para mi camino, eres el Salvador que yo espero. ¿Por qué esos miedos ocultos?. ¿A quién temo, Señor?. La vida es como una encrucijada, y a veces indeciso no sé por dónde ir. Creo en ti, Señor Jesús. Tú eres la defensa de mi vida. ¿Quién me hará temblar?. Lo sé de sobra: seguirte es duro, ¡hay tantas cosas fáciles de conquistar a mi lado!. Yo sé, Señor, que si me dejo llevar por ellas, me amarrarán hasta quitarme la libertad que busco. Yo sé que, si te sigo y me fía de ti, los obstáculos del camino caerán como hojas de otoño. Aunque la mentira y la violencia acampe contra mí, aunque el dinero y el placer me rodeen como un ejército, mi corazón, Señor Jesús, no tiembla. Aunque la publicidad fácil me declare la guerra y mis ojos encuentren en cada esquina una llamada a perder mi dignidad humana, mi corazón dirá que no, porque en ti me siento tranquilo.

 Una cosa te pido, Señor, y es lo que busco: vivir unido a ti, tenerte como amigo y alegrarme de tu amistad sincera para conmigo. En la tentación me guarecerás, algo así como el paraguas de la lluvia; en la tentación me esconderás en un rincón de tu tienda, y así me sentiré seguro como sobre roca firme. Señor Jesús, escúchame, que te llamo. Ten piedad. Respóndeme, que busco tu rostro. Mi corazón me dice que tú me quieres y que estás presente en mí, que te preocupas de mis problemas como un amigo verdadero. Busco tu rostro: no me escondas tu rostro. No me abandones, pues tú eres mi Salvador. 

Dame la certeza de saber que, aunque mi padre y mi madre me abandonaras, tú siempre estarás fiel a mi lado. Señor, enséñame tu camino, guíame por la senda llana. Yo espero gozar siempre de tu compañía. Yo quiero gozar siempre de tu Vida en mi vida. Espero en ti, Señor Jesús: dame un corazón valiente y animoso para seguirte. Tú que eres luz para mi camino y el Salvador en quien yo confío. (Ps. 26)

Plegaria para el camino

Acudamos al Señor desde nuestra debilidad y usemos las palabras del Evangelio. Somos pobres y débiles para acoger la llamada del Señor. Digamos con toda humildad: Con San Pedro te decimos: "Señor, tú lo sabes todo; tú sabes que te amo". Con la Samaritana te decimos: "Dame esa agua que salta hasta la vida eterna". Con Santo Tomás te invocamos: "Señor mío y Dios mío". Con la mujer Cananea acudimos diciendo: "Señor, ayúdame". Y con Pedro en el lago: "Aparta de mí, Señor, que soy un gran pecador". Con los dos leprosos de Samaria te suplicamos: "Jesús, hijo de David, ten compasión de nosotros". Y con los discípulos en la tempestad: "Señor, sálvanos que perecemos". Y con Pedro en la montaña: "¿A dónde iremos?. Tú tienes palabras de vida eterna". Con el Buen Ladrón te decimos: "Acuérdate de mí, cuando estés en tu Reino". Y con el Centurión: "¡Verdaderamente éste era el Hijo de Dios!"

Caminar con la Virgen

¡María, quiero imitarte en todo; quiero aprender de tu misión y de tus acciones siempre inspiradas por el Espíritu Santo! ¡Quiero llenar mi corazón del Espíritu Santo, recibirlo con alegría, con gracia, con amor, con fe y con esperanza! ¡Quiero preservar en mi vida cristiana como hiciste tu, María, siempre en oración y en entrega a la voluntad de tu Hijo! ¡Tu, María, me enseñas a vivir en el Espíritu Santo, a acoger la Palabra de Dios, a acoger sus santos dones, a acoger a Cristo en mi corazón… y todo ello llevarlo a mi prójimo! ¡Ayúdame, María, a tener una estrecha intimidad con el Espíritu Santo para que guíe cada uno de mis pasos como hizo contigo! ¡Concédeme la gracia, María, de abrir mi corazón para que el Espíritu Santo lo ilumine siempre para vivir en santidad, para que se convierta en un verdadero templo de amor, de servicio, de generosidad, de perdón, de entrega! ¡Ayúdame, María, a abrir mi corazón para que el Espíritu Santo me guíe siempre, me fortifique, me consuele, me inspire lo que debo pensar, lo que debo decir, cómo debo decirlo, lo que debo callar, cómo debo actuar, lo que debo hacer, para gloria de Dios, bien de las almas y mi propia Santificación! ¡Y a ti, Espíritu Santo, te pido que aumentes mi devoción a la Virgen, tan llena siempre de Ti y hazme dócil a tus inspiraciones divinas!


Credencial del Peregrino PDF para Imprimir

LIBELLUM PEREGRINORUM

El Libellum es la credencial del peregrino, es un folleto de oraciones típicas de una peregrinación, en miniatura encontrará la credencial donde normalmente se escribe el nombre de la persona haciendo la romería y la fecha de la visita al Oratorio.

CREDENCIAL DEL PEREGRINO.pdf