Gruta Santa María de La Peña

La idea de un lugar digno de la Madre de Dios surgió en la mente de los devotos de la Virgen en medio de las alegrías de la Coronación (31 de mayo de 2009). Ese mismo año se organizó la peregrinación de una réplica de la imagen por todas las veredas del norte de la parroquia de Tangua, recogiendo donaciones para la Gruta que se pensó construir. 

El 10 de julio de 2010 se colocó y bendijo la primera piedra en el sitio que con mingas de trabajadores devotos se había creado en la escabrosa montaña para dar espacio al sitio de veneración de la imagen. Los planos del pequeña Gruta son autoría del sr Jesús Ramos y la obra de construcción fue realizada por el maestro Luis Salazar. 

La Gruta es pequeña, pero es un lugar muy digno. Tiene dos torres en la más alta se yergue una conctruccion conica que nos recuerda que Cristo es el monte del encuentro con el Padre, en la otra torre la cual está en fachada trasera de la pequeña Gruta se encuentran la campana y la cruz.

Nuestra Historia

La imagen de Nuestra Señora que se venera en La Peña es una talla artesanal que representa al Inmaculado Corazón de La Virgen María, es una imagen que inspira devoción. Fue entronizada sobre una  roca en la Peña el 8 de septiembre de 2002. Previamente la imagen había permanecido en una choza construida en honor a la experiencia de fe del niño Bairon Guerrero (1997). 

En abril de 2007 la Sra. Rosario Andrade Cruz (QPD) decide convertirse en la propagadora de la devoción ya que fue una de las primeras personas en recibir favores por la intercesión de la Santísima Virgen. Así pues, en abril del mismo año la imagen fue trasladada al sitio actual de la Gruta donde podía estar más accesible para la veneración de los fieles. La señora Rosario Andrade también colocó el alumbrado eléctrico al lugar.  

El seis de abril de 2008 se realizó la primera Eucaristía a los pies de la pequeña imagen con la asistencia de varios de sus devotos y peregrinos.  

Nuestra señora de la Peña fue coronada el 31 de mayo de 2009 en medio de un torrencial aguacero y de una inmensa multitud de peregrinos en extraordinaria ovación de júbilo y fe. (S.M.P, 2010, P 2)